Zarza de Pumareda Historia

PUENTE GRANDE  o  de  SANTO DOMINGO

(Conocido popularmente como Puente  Robledo o Robledino)


Autor: José Alburquerque Rengel

Entre los Siglos XVII y XVIII, la vía que comunicaba las localidades de Mieza – Cabeza del Caballo – Vitigudino – Ledesma, seguramente llegaba hasta Salamanca y era de tal importancia que fue necesario construir un puente que salvara la angosta garganta del río Uces, entre los términos actuales de Cabeza del Caballo y Zarza de Pumareda.

En aquella época la aldea más cercana (hoy desaparecida, aunque existe constancia de la misma en los estudios cartográficos) era la de Robledino de Santo Domingo, de donde procede el nombre de nuestro puente.

De esta aldea, no hace mucho tiempo, todavía se conservaban los restos de una Ermita, cuyo suelo fue objeto de excavaciones clandestinas, del que se extrajeron algunas piezas de desconocido valor arqueológico; todavía se puede apreciar una pared que a su vez delimita una finca, en la que se pueden ver los correspondientes mechinales.

El Puente Grande o de Santo Domingo, consta de un solo arco de medio punto, con dos ojos auxiliares laterales que le sirven de alivio en las grandes crecidas y dos muros en forma de corte de cuchillo que disminuyen la fuerza de las aguas dirigiendo la impetuosa corriente hacia los lados, impidiendo la incidencia directa de la misma sobre la pared frontal.

 

 

 

 

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Su construcción es totalmente de piedra de granito, bloques extraídos de la misma roca en la que se asienta y están perfectamente colocados y unidos entre sí que apenas se observa argamasa o mortero alguno, pues la única junta que existe es el contacto de la misma superficie de la piedra, conformando un todo impresionante de robustez, vigor y fuerza que asombra a quien la ve y se queda uno pequeño al mirarla de cerca.

 

                    El Puente - Oleo sobre lienzo - (1971)

Su mimetismo es tal que al llegar al último tramo del camino, apenas se pasa el lugar de ubicación de la antigua aldea de Santo Domingo, nos sorprende que allí se encuentre algo construido por el hombre, pues da la impresión de que forma parte del mismo paisaje agreste que le rodea y de la misma roca sobre la que se asienta, en definitiva de la misma roca de la que nació.

Actualmente se encuentra en un estado de conservación muy deplorable, el último arreglo que se hizo fue hace pocos años y se llevó a cabo sin tener en cuenta la simetría de las líneas, el color indicativo de la vejez de la piedra así como su adecuada colocación, sin guardar estética alguna y utilizando cemento azul que viola el bellísimo color de siglos y la armonía de sus planos y superficies.

Es tan importante y numerosa la cantidad de puentes que existen en nuestra provincia que la Administración bien pudiera preocuparse de su restauración y conservación, pues además de que en la actualidad pueden ser convenientemente utilizados, son tesoros que nos han dejado nuestros antepasados y tenemos la obligación de conservar, dejándolos en el mejor estado a quienes nos sigan y que estos a su vez lo dejen a sus hijos y así sucesivamente.

 Noviembre  2002        

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