Elbio Hernández


(Carta recibida el 21.01.02)  

      Hola Manuel, soy Elbio de Argentina ya tuvimos varios contactos vía e-mail y espero algún día poder conocernos para conversar sobre diversos temas.  
       Le cuento que hace unos meses escribí para una revista que se edita en mi localidad. La revista se llama SUEÑOS y es producida por Una Comisión Municipal de Cultura, alguno de los números con algunas de las notas las podrá encontrar en la pagina oficial del municipio, con mucha información del pueblo. www.municipalidadtrenel.gov.ar  
       Aquí debajo le envío la nota mía para que lea y muestre en su pagina; me gustaría mucho debido que está pura y exclusivamente dedicada a La Zarza.  

       Desde ya muchas gracias

  Elbio


Con mucho gusto inserto tu carta en la página , enlace a tu municipio de Trenel  (Argentina) y tu relato, crónica emotiva de vuestra visita a La Zarza, patria chica de tus abuelos.-  Manolo

Allá donde nacieron los abuelos ....

En España, muy cerca de la frontera con Portugal hay una parte de mis raíces: las paternas. Para muchos Zarza de Pumareda es un pueblo de Salamanca de algo menos de 30 Km. cuadrados y de algo más de 180 habitantes.

Para mí, La Zarza es mucho mas que eso, es parte de mi historia. 

Es el pueblo donde nacieron mis abuelos (los que no conocí) y el pueblo donde nació el tío Marcos (que era como un abuelo) que tantos cuentos y chistes me enseñaba a la hora de la siesta cuando ningún día es apropiado para dormir en Trenel cuando se tienen 7 años.

Hace algo mas de un año, Carina - mi hermana - me invitó para que vayamos a visitar el pueblo. Ella, (impulsada por un deseo de papá que siempre había querido ir y no pudo) ya había estado allá en 1996, había viajado sola, valiéndose de coraje y de algunos datos y había conocido a casi toda la familia. Esta vez me invitaba para que fuéramos juntos.

Sin dudarlo dije que sí y en muy poco tiempo nos organizamos. Entonces el 28 de febrero de 2000 partimos dejando atrás una tarde con 38 grados y con ellos un calor agobiante.

Desde el momento en que llegamos a Madrid parecíamos estar viviendo una aventura ... Apenas habíamos aterrizado en Barajas y la temperatura marcaba “bajo cero”, con ello los apurones de buscar abrigos y casi sin darme cuenta ver a mi hermana en pleno hall del aeropuerto cambiando sus sandalias por unas medias blancas que le quedaban tan mal, pero no importaba Si bien el frío nos hacia tiritar nuestra intención no era perder ni un minuto.

Mochilas al hombro y planos en mano cruzamos avenidas, tomamos subtes (el característico METRO MADRILEÑO) y nos empezamos a acostumbrar a palabras distintas a las nuestras y a encantadores tonos de voz. Unas horas después ya pasábamos frente a “El Escorial” y un poco mas allá Ávila donde nos reunidos con algunos familiares. Ávila, la ciudad del arte y de las viejas murallas... En los días posteriores sería Salamanca y Castelldefels en Barcelona, o sería Toledo y Roma o Paris. Sin embargo aquello que mas me movía en el primer día era el pueblo. De Ávila a poco menos de 2 horas está Zarza de Pumareda.

Ahí llegamos por la noche después de un día de paseos y de conocer a parte de nuestra gente para encontrarnos con todos.

Ahí estábamos en el pueblo del que hacia casi 85 años habían partido una vez tantos hombres y mujeres dejando atrás a sus padres, hermanos, casas, patios, calles ...porque un nuevo horizonte los esperaba.

No fue nada difícil identificar las mismas dos casas que teníamos vistas en algunas fotos muy viejas. Unas fotos que todavía estaban en casa acá en Trenel y que habían traído los abuelos cuando vinieron. Cuando todavía no estaban casados.

Nos recibieron como si llegáramos “a casa”, la hospitalidad de la gente es algo que no se puede describir, solo se vive y se siente.

En Zarza se conservan algunas viviendas como hace tantos años y los edificios que ya no se pueden utilizar para viviendas se aprovechan para guardar maquinarias, elementos de trabajo, nada se destruye.

La población trabaja fundamentalmente en agricultura y ganadería. Cada familia tiene sus huertos y unos comparten con otros la producción, de esta manera el intercambio es constante. La costumbre del pueblo antes del almuerzo y después de la cena: la visita a “Las Columnas”, el bar de Sagrario (...y que fácil uno se acostumbra a esas cosas) si hasta cuesta desprenderse de eso cuando llega la hora de partir.

La carretera por la que pasa el transporte para trasladar a Alba, a Lorena y Silvia y a tantos otros chicos hacia la escuela mas cercana, el ayuntamiento, la fuente del agua, el viejo campanario y las cigüeñas de la Iglesia de San Lorenzo. Todos esos y muchos mas son los recuerdos de un viaje que no olvidaré, de la  gente que recuerdo siempre, de los momentos compartidos que permanecerán en la memoria como estoy seguro que permanecieron cada calle, el ayuntamiento, la fuente, la carretera y el campanario en la memoria de mis antepasados que un dia partieron pensando en volver y sin embargo nunca pudieron.

Pero al ver la fuente, la carretera y el campanario pude verlos a ellos porque como dice Alberto Cortez en su canción:  el abuelo un día la imagen querida de su vieja aldea y de sus montañas se llevó guardada cuando un viejo barco lo alejó de España...”, “...cuando yo era niño me hablaba de España, le gustaba tanto recordar las cosas que a veces callado sin decir palabra me hablaba de España...”  “...Y cuando era muy viejo me tomó la mano y yo me di cuenta que ya se moría y entonces me dijo con muy pocas fuerzas y con menos prisa: prométeme hijo que a la vieja aldea irás algún día y al viento del norte dirás que su amigo a una nueva tierra le entregó la vida...”     “El abuelo un día se quedó dormido , como tantos otros, sin volver a España ...” “...y al tiempo al abuelo lo ví en las aldeas lo ví en las montañas en cada mañana y en cada leyenda por todas las sendas que anduve de España...”

Firmado:  Elbio Hernández (foto) 


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