Preside esta
celebración el Sr. Arzobispo de Asunción Monseñor Pastor Cuquejo.
Monición a la primera
lectura. (Jeremías1,4-9) El profeta Jeremías evoca su vocación,
el llamada de Dios que quiere consagrarlo para ser profeta de las
gentes. Su excusa no vale porque el Señor le promete estar con él.
El sacerdote es también un elegido, un consagrado y un enviado de
Dios para transmitir su palabra.
Monición al salmo
responsorial. (Salmo 15,1-2 y 5.7-8.11) El clérigo es propiedad
de Dios, pertenece totalmente al Señor, a Jesucristo. Pero a la vez
Dios es su herencia o su heredad. Bellas palabras que escuchó el
sacerdote al dar el primer paso en su consagración cuando recibió
entonces la clerical tonsura. El Señor es la parte de mi herencia y
de mi copa. Repetimos en su nombre: TÚ SEÑOR ERES EL LOTE DE MI
HEREDAD.
HEREDAD
Monición a la segunda lectura. (Efesios 4,1-7. 11-13) Todos
tenemos en la Iglesia una vocación y de acuerdo a ella debemos
caminar, pues a cada uno se le ha dado la gracia según la medida del
don de Cristo. Al sacerdote se le ha dado en función del ministerio
para la edificación.
Monición al
Evangelio. (Marcos 16,15-20) El mandato misionero de Jesús no
tiene límites de nacionalidad: id por el mundo entero y Jesús está
presente a sus enviados: el Señor cooperaba confirmando la palabra
con las señales que les acompañaban.
Oración de los
fieles. Presidente. Oremos, hermanos, a Dios todopoderoso
y eterno, que con su Espíritu santifica y gobierna el cuerpo de la
Iglesia.
Lector 1. Por nuestro obispo Pastor y por todos los
sacerdotes, para que el Señor conserve en ellos la gracia del
Espíritu Santo, sirvan con toda fidelidad a la Iglesia y cuiden del
pueblo que tienen encomendado. Roguemos al Señor.
2. Por
nuestro hermano César de quien conmemoramos el quincuagésimo
aniversario de su ordenación sacerdotal para que lleno de la gracia
del Espíritu Santo sea digno cooperador del orden episcopal.
Roguemos al Señor.
3. Para
que brille por el resplandor de la santidad y cumpla dignamente el
ministerio que ha recibido. Roguemos al Señor.
4. Para
que nuestras comunidades cristianas aprecien más a sus sacerdotes y
agradezcan por haber dedicado toda su existencia a servir a Dios y a
su pueblo. Roguemos al Señor.
5. Para
que los fieles ayuden a sus sacerdotes a superar sus defectos y en
todo los traten fraternalmente. Roguemos al Señor.
6. Para
que la comunidad haga más oración por los sacerdotes y no desconfíe
por sistema que muchos puedan estar contaminados por comportamientos
indebidos. Roguemos al señor.
7. Para
que el Señor nos conceda más vocaciones sacerdotales y religiosas
para que la fe del pueblo se sostenga y fortalezca. Roguemos al
Señor.
Presidente. Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu
Santo santificas y gobiernas todo el cuerpo de la Iglesia: escucha
las súplicas que te hemos dirigido por todos sus ministros y haz
que, ayudados por el don de tu gracia, los que has elegido para el
bien de tu pueblo sirvan a la Iglesia con toda fidelidad. Por
J.C.N.S.
Monición al besamanos. Es una práctica que en la celebración
de la primera misa del nuevo sacerdote y del que cumple los
cincuenta años de su ordenación, los asistentes a esas celebraciones
se acerquen al terminar la Misa no para una simple
felicitación, sino para besar las palmas de sus manos. Uno de los
ritos más hermosos de la ordenación sacerdotal es la unción o
consagración de las manos con el santo crisma. Y en el ritual
anterior esas manos recién ungidas, eran atadas con una cinta en
forma de cruz, lo que solía hacer un familiar. Desde ese momento
eran las manos que debían bendecir para que lo que ellas bendijesen
fuese bendito -por eso nuestro pueblo pide tantas veces la bendición
del sacerdote sobre las personas y sobre los objetos religiosos-.
Son las manos que deben dispensar la paz de Dios a los pecadores
cuando al absolverlos les impone las manos. Esas manos también las
impone sobre el enfermo antes de ungirlo con el óleo de enfermos.
Sobre todo son las manos que sostienen el cuerpo y la sangre de
Cristo en la celebración de la santa Misa y las que se alzan en
oración por el pueblo de Dios. Del obispo recibió en sus manos en la
ordenación la patena y el cáliz con las ofrendas. En definitiva, si
el sacerdote es "como otro Cristo" las manos sacerdotales son las
manos de Cristo que pasó haciendo el bien... Por eso también era
práctica que en la primera misa hubiese un padrino de altar, que era
otro sacerdote, normalmente el párroco que le asistía para evitar
equivocaciones, como un maestro de ceremonias. Y era práctica que
hubiese también unos padrinos de manos que le acompañan en el
besamanos. Aquí no es necesario un padrino de altar pues ha
presidido la Misa el mismo Obispo que puede no obstante considerarse
como tal, pero sí hay también unos padrinos de manos...
Ordenadamente y en dos filas pueden irse acercando a realizar este
rito tan expresivo. El coro puede cantarnos la más hermosa canción
entre tanto.
ORACIÓN EVOCADORA DE LA
ORDENACIÓN SACERDOTAL
Hace cincuenta años,
Señor, que en la catedral Vieja de estilo románico de Salamanca con
varias decenas de diáconos estábamos ante el Obispo Francisco al que
se le hizo públicamente esta súplica: "Pide la Santa Madre
Iglesia que a los diáconos presentes imponga la carga del
presbiterado..."
Fue la Iglesia, Señor o fuiste tú por medio de la Iglesia quien me
eligió a mi junto con otros muchos en aquella celebración. Qué
terrible elección porque es tu elección, pues tú eliges con soberana
libertad, tú eliges lo débil para que sea sobrehumano, lo pequeño
para que sea lo mayor, a fin de que nadie se vanagloríe, sino que
solo tu virtud, Señor, se cumpla en nuestra debilidad. Y también
escuché las palabras de mi obispo que me preguntaba ante toda la
asamblea:
¿Sabes si ellos son dignos?
¡Qué tremenda pregunta! ¿Quién será digno de ti? ¿Quién será
digo a tus ojos? Como Isaías tengo ahora que repetir: "Ay de
mi, estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros", Pero tú me
haces digno, o menos indigno pues tu gracia y tu poder son mi
dignidad... y por eso respondí como el profeta: AQUÍ ESTOY, ENVÍAME
A MI. |