El 10 de mayo de cada año, festividad de San Juan de Ávila, patrono
del clero secular español, celebramos con alegría y agradecimiento
la generosa entrega de aquellos sacerdotes presentes en nuestra
diócesis que cumplen sus aniversarios de ordenación sacerdotal. Este
año los presbíteros que cumplen sus bodas de oro sacerdotales son:
D. Ezequiel Barbero Bellido, D. Tomás Fernández Fernández, scj, D.
Francisco Gallardo González, D. Pedro Antonio Márquez Velasco, D.
César Martín Calvo, D. Ángel Portela Pérez, D. Juan José Regalado
Hernández y D. Agustín Ríos González; y las de plata: D. Alejandro
Carabias López y D. José María Blas Rodriguez Boyero.
Toda nuestra diócesis se une en oración y agradecimiento por vuestra
generosa entrega a la causa de Jesús y del Evangelio. Gracias por
responder generosamente a la llamada que un día, hace ya años, Dios
os hizo. Gracias por la alegre perseverancia entre las dificultades
del mundo. Gracias por la ilusión en la tarea pastoral, una ilusión
que más crece cuanto más se reparte.
COMUNIDAD en nombre de toda la Diócesis de Salamanca, en un día tan
especial para vosotros y para todas vuestras familias sólo os puede
decir: ¡Gracias Hermanos! |
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CÉSAR MARTÍN CALVO
Yo siempre me he
considerado sacerdote de la Diócesis de Salamanca, aunque cerca de
cuarenta años mi ministerio se ha ejercido en Asunción
(Paraguay), fui enviado por D. Francisco Barbado, Obispo de
Salamanca al Seminario de Asunción, pocos meses después de la
ordenación, al coincidir ese año de 1960 con el fin de un quinquenio
de los sacerdotes salmantinos que trabajan en aquel seminario y por
la renovación del primer equipo. Yo en aquel entonces no tenía más
que las "raíces" del Seminario de Salamanca y las de mi familia. Me
fue bastante bien, de modo que al concluir mi quinquenio no tuve
inconveniente en renovar mi compromiso y continuar cuando la
totalidad del grupo que viajamos en 1961 ya se quedó en la Diócesis
de Salamanca o Madrid (Polo, Portela, Zurdo, Leoncio y Fraile).
Luego por cierta fatiga y también por la deuda que tenía con mi
diócesis de incardinación, regresé en 1974 ejerciendo durante nueve
años en la diócesis Salmantina, concretamente en Guijuelo y
Guijo de Ávila. Me sentí integrado en la zona. Aunque creía que
sería esa vuelta definitiva, por tener todavía las raíces allá y por
una petición del Arzobispo de Asunción en
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vistas
de que Wenceslao Yubero había tenido una
operación del corazón, regresé a la misma parroquia Ntra. Sra. del
Carmen en 1984. Así y allí haciendo vida parroquial y colaborando con
movimientos familiares (Movimiento familiar cristiano, Encuentro
matrimonial y Equipos de Nuestra Señora), he llegado a este año 2010
en el que con gran alegría celebro las bodas de oro sacerdotales,
como una gracia de Dios y con la coincidencia de que este año y
estas celebraciones en mi parroquia de allá, en mi parroquia natal y
en la diócesis de Salamanca, en coincidencia con el año sacerdotal.
es motivo principal de acción de gracias a Dios por el sacerdocio.
No me interesan los homenajes; estoy contento también porque mis
parroquianos y familiares están contentos.
A Cristo, sumo y eterno sacerdote sea toda la gloria y honor.
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