552

9 Mayo 

2010

Diócesis de Salamanca - Rosario, 18 -Salamanca 37001 - Tel.923 12 89 00  - www.diocesisdesalamanca.com


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¡Gracias Hermanos!

   El 10 de mayo de cada año, festividad de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, celebramos con alegría y agradecimiento la generosa entrega de aquellos sacerdotes presentes en nuestra diócesis que cumplen sus aniversarios de ordenación sacerdotal. Este año los presbíteros que cumplen sus bodas de oro sacerdotales son: D. Ezequiel Barbero Bellido, D. Tomás Fernández Fernández, scj, D. Francisco Gallardo González, D. Pedro Antonio Márquez Velasco, D. César Martín Calvo, D. Ángel Portela Pérez, D. Juan José Regalado Hernández y D. Agustín Ríos González; y las de plata: D. Alejandro Carabias López y D. José María Blas Rodriguez Boyero.

   Toda nuestra diócesis se une en oración y agradecimiento por vuestra generosa entrega a la causa de Jesús y del Evangelio. Gracias por responder generosamente a la llamada que un día, hace ya años, Dios os hizo. Gracias por la alegre perseverancia entre las dificultades del mundo. Gracias por la ilusión en la tarea pastoral, una ilusión que más crece cuanto más se reparte.

   COMUNIDAD en nombre de toda la Diócesis de Salamanca, en un día tan especial para vosotros y para todas vuestras familias sólo os puede decir: ¡Gracias Hermanos!

* CÉSAR MARTÍN CALVO

  Yo siempre me he considerado sacerdote de la Diócesis de Salamanca, aunque cerca de cuarenta años  mi ministerio se ha ejercido en Asunción (Paraguay), fui enviado por D. Francisco Barbado, Obispo de Salamanca al Seminario de Asunción, pocos meses después de la ordenación, al coincidir ese año de 1960 con el fin de un quinquenio de los sacerdotes salmantinos que trabajan en aquel seminario y por la renovación del primer equipo. Yo en aquel entonces no tenía más que las "raíces" del Seminario de Salamanca y las de mi familia. Me fue bastante bien, de modo que al concluir mi quinquenio no tuve inconveniente en renovar mi compromiso y continuar cuando la totalidad del grupo que viajamos en 1961 ya se quedó en la Diócesis de Salamanca o Madrid (Polo, Portela, Zurdo, Leoncio y Fraile).

   Luego por cierta fatiga y también por la deuda que tenía con mi diócesis de incardinación, regresé en 1974 ejerciendo durante nueve años en la diócesis  Salmantina, concretamente en Guijuelo y Guijo de Ávila. Me sentí integrado en la zona. Aunque creía que sería esa vuelta definitiva, por tener todavía las raíces allá y por una petición del Arzobispo de Asunción en

 vistas de que Wenceslao Yubero había tenido una operación del corazón, regresé a la misma parroquia Ntra. Sra. del Carmen en 1984. Así y allí haciendo vida parroquial y colaborando con movimientos familiares (Movimiento familiar cristiano, Encuentro matrimonial y Equipos de Nuestra Señora), he llegado a este año 2010 en el que con gran alegría celebro las bodas de oro sacerdotales, como una gracia de Dios y con la coincidencia de que este año y estas celebraciones en mi parroquia de allá, en mi parroquia natal y en la diócesis de Salamanca, en coincidencia con el año sacerdotal. es motivo principal de acción de gracias a Dios por el sacerdocio.

   No me interesan los homenajes; estoy contento también porque mis parroquianos y familiares están contentos.

     A Cristo, sumo y eterno sacerdote sea toda la gloria y honor.

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23 Mayo 
2010
> > >  CRÓNICA

San Juan de Ávila,

impresiones de un asistente

 

  La fiesta de San Juan de Ávila, patrono del clero español, celebrada en la Casa de la Iglesia, fue una "gozada". Participamos la mayoría del presbiterio diocesano.

  La capilla, donde tantas veces habíamos rezado en nuestra juventud de seminaristas, nos proporcionó la renovación de nuestras vivencias de entrega a los hermanos por el sacerdocio ministerial recibido.

  Había precedido a este ardor espiritual una conferencia del profesor Borobio, de hondo calado y sentido sacerdotal con el elogio que vibró en el aire sobre el "sacerdote desconocido".

  La Eucaristía, presidida por nuestro obispo D. Carlos, abarrotada la iglesia por los sacerdotes y familiares, unidos al ministerio eucarístico, ayudados por las moniciones, lecturas bíblicas, homilía y cantos, fue una explosión de acción de gracias por el Sacerdocio -¡50 y 25 años de cura!- y una redoblada petición al Señor de la mies a favor de nuestras vocaciones sacerdotales.

  Andrés y Daniel, jóvenes abiertos a vida, fueron instituidos  Lectores.

   Una comida fraternal cerró la presencia de tantos hermanos sacerdotes que, llenos de celo apostólico, regresaron a sus parroquias para seguir la dura tarea de la evangelización.

   San Juan de Ávila nos congregó junto  al Obispo en un presbiterio comprometido en esta hora difícil pero esperanzadora para el Pueblo de Dios que peregrina en Salamanca.

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